Las redes sociales son una nueva forma de interacción y uno de los servicios más demandados por los internautas actualmente. Constituyen una herramienta de comunicación sin fronteras que nos permite mantener la proximidad poniendo en contacto a amigos y a personas que se identifican con las mismas necesidades, aficiones o inquietudes. Hoy en día, las redes sociales, constituyen uno de los ejemplos de las aplicaciones más utilizadas en la denominada
Web 2.0 y que está incrementando su uso día a día de forma vertiginosa.
El atractivo que despiertan en los adolescentes es impresionante ya que en ellas se sienten protagonistas de una comunicación experimental nueva. Cada semana comprobamos que casi 8.000 personas se registran en estas redes, y Facebook, con 175 millones de usuarios está a punto de alcanzar a MySpace que ya cuenta con 200 millones. Parece que si no perteneces a
Facebook,
Tuenti o
MySpace por citar algunas, simplemente no existes.
Estas redes no son malas en sí mismas, lo que puede llegar a ser potencialmente peligrosa es su incorrecta utilización. Por tanto, no debemos prohibir su uso, lo verdaderamente importante es educar en su uso adecuado. El problema no está en las redes sino en los padres y los maestros que están, literalmente, fuera de juego.
Pero para educar es necesario educarse y comprender perfectamente el funcionamiento y la filosofía de las redes. Luego, el sentido común y la confianza con nuestros hijos harán gran parte del trabajo. Las redes sociales son auténticas ventanas a la intimidad de nuestros hijos y a la nuestra propia. Los adultos tenemos más criterio y experiencia para saber qué podemos y qué no debemos poner en nuestros perfiles. Sin embargo nuestros hijos pueden desvelar datos, imágenes, sentimientos,… a los que pueden acceder terceras personas, incluidos los medios de comunicación. También pueden vulnerar la intimidad de amigos y compañeros.
Por eso es importante que nos impliquemos, sobre todo con los adolescentes. Que hablemos con ellos, que nos enseñen sus perfiles y sus amigos «virtuales», que naveguemos a su lado. La patria potestad debemos ejercerla con el mismo cariño en el mundo virtual